“Saben instintivamente que sería un suicidio solucionar los problemas de Manhattan; que ellos mismos existen gracias a esos problemas; que su deber consiste en hacer que esos problemas resulten, en todo caso, siempre irresolubles; que la única solución para Manhattan es la extrapolación de su estrafalaria historia; y que Manhattan en la ciudad de la perpetua huida hacia delante.
El urbanismo de estos arquitectos –reunidos en la comisión del Plan Regional- ha de ser lo contrario de lo objetivo; consiste en la imposición, sobre la explosiva sustancia de Manhattan, de una seria de modelos metafóricos –tan primitivos como eficaces- que sustituyen la organización literal –imposible en todo caso- por una forma de control poético. La “casa” y la “aldea” de la Ley de Zonificación de 1916, los “edificios como montañas” de Ferriss y, finalmente, ese Manhattan de Corbett concebido como una “Venecia muy modernizada” forman conjuntamente una matriz de frivolidad que va muy en serio, un vocabulario de fórmulas poéticas que rechaza el tradicional urbanismo objetivo a favor de la nueva disciplina del urbanismo metafórico, para afrontar una situación metropolitana que, fundamentalmente, va más allá de lo cuantificable.
La propia congestión es la condición esencial para materializar cada una de estas metáforas en la realidad de la retícula. Tan sólo la congestión puede generar la “supercasa”, la “megaaldea”, la “montaña” y, finalmente, la Venecia modernizada y automovilística.
Juntas, estas metáforas constituyen el fundamento de una cultura de la congestión, que es el verdadero empeño de los arquitectos de Manhattan.”
El urbanismo de estos arquitectos –reunidos en la comisión del Plan Regional- ha de ser lo contrario de lo objetivo; consiste en la imposición, sobre la explosiva sustancia de Manhattan, de una seria de modelos metafóricos –tan primitivos como eficaces- que sustituyen la organización literal –imposible en todo caso- por una forma de control poético. La “casa” y la “aldea” de la Ley de Zonificación de 1916, los “edificios como montañas” de Ferriss y, finalmente, ese Manhattan de Corbett concebido como una “Venecia muy modernizada” forman conjuntamente una matriz de frivolidad que va muy en serio, un vocabulario de fórmulas poéticas que rechaza el tradicional urbanismo objetivo a favor de la nueva disciplina del urbanismo metafórico, para afrontar una situación metropolitana que, fundamentalmente, va más allá de lo cuantificable.
La propia congestión es la condición esencial para materializar cada una de estas metáforas en la realidad de la retícula. Tan sólo la congestión puede generar la “supercasa”, la “megaaldea”, la “montaña” y, finalmente, la Venecia modernizada y automovilística.
Juntas, estas metáforas constituyen el fundamento de una cultura de la congestión, que es el verdadero empeño de los arquitectos de Manhattan.”
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